CONFESIONES
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CONFESIONES
Pongo los dos primeros capítulos de una historia que empecé ayer. Decidme sinceramente si os gusta y la seguiré publicando.
Capítulo 1. La discusión
Sébastien llegó a las dos y media de la tarde al aeropuerto Charles de Gaulle de París. Aún faltaban dos horas para la salida de su vuelo a Londres, en donde se reuniría con sus compañeros para grabar el nuevo disco. Hacía tres meses que se habían separado para disfrutar de unas merecidas vacaciones después de la gira.
Llegó a la sala de embarque, entregó su billete a la azafata y se sentó a esperar que le llamaran para dirigirse al avión. Dejó su bolsa de viaje en el suelo, al lado de su asiento y se sumergió en sus pensamientos.
Su mente voló a la discusión que había tenido con Anna nada más volver a casa después de finalizar la gira. Ella era su novia, el amor de su vida, por eso, el motivo que había originado la discusión le dolía doblemente.
(Tres meses antes)
Había decidido adelantar el vuelo de regreso a París, para sorprender a Anna, esa tarde estaba especialmente emocionado, no sólo por poder volver a ver a Anna después de dos meses, sino por la sorpresa que le tenía preparada. Le iba a pedir matrimonio.
Entró en el lujoso apartamento que Anna y él compartían en el centro de París. Dejó las maletas en el suelo, con cuidado de no hacer ruido y caminó sigilosamente hasta su habitación. Allí encontró algo que le dejó petrificado en la puerta del dormitorio. Anna, su Anna, la mujer a la que tanto amaba y que había sido más que su novia, la roca en la que apoyarse, su otra mitad, estaba allí, en la cama con Vanessa, su mejor amiga.
Se quedó mudo, sintiendo que el corazón se le petrificaba en el pecho, aquello era más de lo que podía soportar. Le parecía estar viendo una película. Como si él no fuera el protagonista de lo que estaba sucediendo, sino un mero espectador.
No dijo ni una sola palabra y salió corriendo. Anna fue tras él, gritando:
-¡Séb, espera, por favor, puedo explicártelo!
Pero Sébastien no se volvió, salió del apartamento y corrió, corrió sin rumbo, sin saber qué pensar, sin saber qué decir y sin saber a dónde ir. Ya nada le importaba, ni su carrera, ni sus amigos,... nada.
Finalmente dejó de correr, estaba frente a la Catedral de Notre Dame de Paris. Entró y se sentó en un banco, con la cabeza baja y lloró, lloró con toda su alma.
Capítulo 1. La discusión
Sébastien llegó a las dos y media de la tarde al aeropuerto Charles de Gaulle de París. Aún faltaban dos horas para la salida de su vuelo a Londres, en donde se reuniría con sus compañeros para grabar el nuevo disco. Hacía tres meses que se habían separado para disfrutar de unas merecidas vacaciones después de la gira.
Llegó a la sala de embarque, entregó su billete a la azafata y se sentó a esperar que le llamaran para dirigirse al avión. Dejó su bolsa de viaje en el suelo, al lado de su asiento y se sumergió en sus pensamientos.
Su mente voló a la discusión que había tenido con Anna nada más volver a casa después de finalizar la gira. Ella era su novia, el amor de su vida, por eso, el motivo que había originado la discusión le dolía doblemente.
(Tres meses antes)
Había decidido adelantar el vuelo de regreso a París, para sorprender a Anna, esa tarde estaba especialmente emocionado, no sólo por poder volver a ver a Anna después de dos meses, sino por la sorpresa que le tenía preparada. Le iba a pedir matrimonio.
Entró en el lujoso apartamento que Anna y él compartían en el centro de París. Dejó las maletas en el suelo, con cuidado de no hacer ruido y caminó sigilosamente hasta su habitación. Allí encontró algo que le dejó petrificado en la puerta del dormitorio. Anna, su Anna, la mujer a la que tanto amaba y que había sido más que su novia, la roca en la que apoyarse, su otra mitad, estaba allí, en la cama con Vanessa, su mejor amiga.
Se quedó mudo, sintiendo que el corazón se le petrificaba en el pecho, aquello era más de lo que podía soportar. Le parecía estar viendo una película. Como si él no fuera el protagonista de lo que estaba sucediendo, sino un mero espectador.
No dijo ni una sola palabra y salió corriendo. Anna fue tras él, gritando:
-¡Séb, espera, por favor, puedo explicártelo!
Pero Sébastien no se volvió, salió del apartamento y corrió, corrió sin rumbo, sin saber qué pensar, sin saber qué decir y sin saber a dónde ir. Ya nada le importaba, ni su carrera, ni sus amigos,... nada.
Finalmente dejó de correr, estaba frente a la Catedral de Notre Dame de Paris. Entró y se sentó en un banco, con la cabeza baja y lloró, lloró con toda su alma.
Susana Segovia- Admin
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Re: CONFESIONES
Aquí tenéis el segundo capítulo.
Capítulo 2. El reencuentro
Estaba sumido en sus pensamientos cuando le sobresaltó la llamada de embarque de su vuelo. Cogió su bolsa y se dirigió a la entrada del avión. Buscó su asiento, colocó la bolsa en el altillo del avión y se sentó, quedándose mirando al techo, sin dejar de da vueltas a los últimos acontecimientos que habían sucedido en su vida.
Pasados unos diez minutos, se encendió la luz que avisaba que los pasajeros debían abrocharse el cinturón, y unos minutos después, el avión inició la maniobra de despegue. Una azafata recorrió el pasillo ofreciendo bebidas a los pasajeros; Sébastien cogió una Coca Cola y empezó a bebérsela lentamente. Decidió desterrar de su mente cualquier pensamiento desagradable y se concentró en el ya cercano reencuentro con sus compañeros. Estaba deseando volver a verlos y compartir con ellos las vivencias de los últimos tres meses, aunque habían seguido en contacto y sabía todo lo que les había sucedido a sus compañeros; sin embargo, él no había contado a sus compañeros toda la verdad de lo que había sucedido con Anna; sólo les había contado que las cosas no marchaban bien entre ellos, sin dar más detalles.
Cuando llegó a Londres cogió un taxi y se dirigió a su casa en el barrio de Notting Hill. En la casa de al lado vivía Urs, mientras que Carlos y David vivían en las dos casas del otro lado de la calle. Entró en la casa, y se quedó allí de pie, con la espalda apoyada en la puerta durante unos minutos. Se frotó los ojos con las yemas de los dedos y se dirigió al aseo a darse una ducha. Abrió el grifo y dejó que el agua tibia resbalara por sus hombros. Al cabo de media hora, cerró el grifo y salió de la ducha, se sentía como si se hubiera liberado de un gran peso.
Se vistió con ropa limpia y salió de su casa, para dirigirse a la de Urs, llamó al timbre y esperó. Casi inmediatamente se oyeron pasos en el interior de la casa y el ruido de una llave girando en la cerradura, la puerta se abrió y Urs exclamó:
-¡Séb, qué sorpresa, creía que venías mañana!.
-He decidido adelantar el vuelo- dijo Sébastien por toda respuesta.
Urs se apartó a un lado y dejó que Sébastien entrara en la casa, ambos caminaron hasta el comedor y Urs indicó a Sébastien que se sentara en el sofá y le ofreció una copa de brandy. Entonces notó que algo le preocupaba. A Urs nunca se le escapaba ningún detalle de lo que les pudiera pasar a sus amigos, parecía tener un don especial para adivinar lo que pasaba por sus cabezas.
-Séb ¿qué te ocurre?. Te noto como ido.
-Es... es tan difícil de explicar, Urs. Es Anna,... tiene que ver con ella.
-¿Le ha pasado algo?- Preguntó Urs preocupado.
-No, es que... –Empezó Sébastien- Me ha estado engañando.
-¿Te ha sido infiel?- Preguntó Urs.
-Sí.-Respondió Sébastien- Con Vanessa.
-¿Con Vanessa?- exclamó Urs, con los ojos como platos, sin creerse lo que estaba oyendo.
-Ya ves, tú siempre le viste algo raro, y me decías que no debía fiarme de ella, pero no quise escucharte, y tenías razón.
Entonces Sébastien contó a Urs toda la historia. Anna era lesbiana desde siempre, pero pertenecía a una familia muy conservadora de la alta sociedad de Paris, quienes la habían empujado a fingir una relación con Sébastien para ocultar ante todos sus familiares y conocidos su verdadera orientación sexual.
-Estoy hecho un lío, Urs –Dijo Sébastien- No sé qué hacer. Mi madre adora a Anna, ¿cómo voy a contarle esto?.
-No lo sé, amigo mío –Respondió Urs- Siento no poder ayudarte en esto. Sólo puedo decirte que sigas adelante con tu vida, algún día Anna se dará cuenta de lo que ha perdido.
Un rato después, ambos amigos se despidieron y Sébastien volvió a su casa recordando las palabras de Urs. “Algún día Anna se dará cuenta de lo que ha perdido”.
Capítulo 2. El reencuentro
Estaba sumido en sus pensamientos cuando le sobresaltó la llamada de embarque de su vuelo. Cogió su bolsa y se dirigió a la entrada del avión. Buscó su asiento, colocó la bolsa en el altillo del avión y se sentó, quedándose mirando al techo, sin dejar de da vueltas a los últimos acontecimientos que habían sucedido en su vida.
Pasados unos diez minutos, se encendió la luz que avisaba que los pasajeros debían abrocharse el cinturón, y unos minutos después, el avión inició la maniobra de despegue. Una azafata recorrió el pasillo ofreciendo bebidas a los pasajeros; Sébastien cogió una Coca Cola y empezó a bebérsela lentamente. Decidió desterrar de su mente cualquier pensamiento desagradable y se concentró en el ya cercano reencuentro con sus compañeros. Estaba deseando volver a verlos y compartir con ellos las vivencias de los últimos tres meses, aunque habían seguido en contacto y sabía todo lo que les había sucedido a sus compañeros; sin embargo, él no había contado a sus compañeros toda la verdad de lo que había sucedido con Anna; sólo les había contado que las cosas no marchaban bien entre ellos, sin dar más detalles.
Cuando llegó a Londres cogió un taxi y se dirigió a su casa en el barrio de Notting Hill. En la casa de al lado vivía Urs, mientras que Carlos y David vivían en las dos casas del otro lado de la calle. Entró en la casa, y se quedó allí de pie, con la espalda apoyada en la puerta durante unos minutos. Se frotó los ojos con las yemas de los dedos y se dirigió al aseo a darse una ducha. Abrió el grifo y dejó que el agua tibia resbalara por sus hombros. Al cabo de media hora, cerró el grifo y salió de la ducha, se sentía como si se hubiera liberado de un gran peso.
Se vistió con ropa limpia y salió de su casa, para dirigirse a la de Urs, llamó al timbre y esperó. Casi inmediatamente se oyeron pasos en el interior de la casa y el ruido de una llave girando en la cerradura, la puerta se abrió y Urs exclamó:
-¡Séb, qué sorpresa, creía que venías mañana!.
-He decidido adelantar el vuelo- dijo Sébastien por toda respuesta.
Urs se apartó a un lado y dejó que Sébastien entrara en la casa, ambos caminaron hasta el comedor y Urs indicó a Sébastien que se sentara en el sofá y le ofreció una copa de brandy. Entonces notó que algo le preocupaba. A Urs nunca se le escapaba ningún detalle de lo que les pudiera pasar a sus amigos, parecía tener un don especial para adivinar lo que pasaba por sus cabezas.
-Séb ¿qué te ocurre?. Te noto como ido.
-Es... es tan difícil de explicar, Urs. Es Anna,... tiene que ver con ella.
-¿Le ha pasado algo?- Preguntó Urs preocupado.
-No, es que... –Empezó Sébastien- Me ha estado engañando.
-¿Te ha sido infiel?- Preguntó Urs.
-Sí.-Respondió Sébastien- Con Vanessa.
-¿Con Vanessa?- exclamó Urs, con los ojos como platos, sin creerse lo que estaba oyendo.
-Ya ves, tú siempre le viste algo raro, y me decías que no debía fiarme de ella, pero no quise escucharte, y tenías razón.
Entonces Sébastien contó a Urs toda la historia. Anna era lesbiana desde siempre, pero pertenecía a una familia muy conservadora de la alta sociedad de Paris, quienes la habían empujado a fingir una relación con Sébastien para ocultar ante todos sus familiares y conocidos su verdadera orientación sexual.
-Estoy hecho un lío, Urs –Dijo Sébastien- No sé qué hacer. Mi madre adora a Anna, ¿cómo voy a contarle esto?.
-No lo sé, amigo mío –Respondió Urs- Siento no poder ayudarte en esto. Sólo puedo decirte que sigas adelante con tu vida, algún día Anna se dará cuenta de lo que ha perdido.
Un rato después, ambos amigos se despidieron y Sébastien volvió a su casa recordando las palabras de Urs. “Algún día Anna se dará cuenta de lo que ha perdido”.
Susana Segovia- Admin
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Re: CONFESIONES
Hoy es jueves, así que toca nuevo capítulo. Que lo disfrutéis.
Capítulo 3. La grabación.
Se despertó a las seis de la mañana, sobresaltado por una pesadilla, miró su reloj y volvió a quedarse echado en la cama, con la mirada fija en el techo. Le había costado mucho dormirse, no podía dejar de pensar en Anna y en su traición, la imagen de Anna en la cama con Vanessa seguía golpeándole una y otra vez.
Decidió levantarse de la cama y salir a correr. Cuando salió a la calle se encontró con que Carlos y David también habían vuelto ya de sus vacaciones y estaban hablando con Urs en la puerta de la casa de este último.
-¡Hola!. –Saludó Carlos alegremente- ¿Qué tal las vacaciones?.
-Un poco complicadas –Respondió Sébastien- Ya os contaré más tarde.
-¿Ha pasado algo grave? –Preguntó David- Te noto muy serio.
-Más tarde hablamos –Dijo Sébastien por toda respuesta- ¡Hasta luego!.
Y se alejó corriendo, Carlos preguntó a Urs:
-¿Tú sabes algo?.
-Sí, lo sé todo, me lo explicó ayer –Respondió Urs- Pero mejor que os lo cuente él, me imagino que le molestará que os lo cuente yo. Sólo os diré que no os preocupéis, lo superará, sólo necesita tiempo.
Con esa respuesta, Carlos y David, lejos de sentirse aliviados, se preocuparon aún más.
Unas horas después, los cuatro se reunieron en el estudio de grabación, para empezar los preparativos del nuevo álbum. Cuando estuvieron sentados en el estudio, lejos de las miradas del resto del equipo, David preguntó a Sébastien:
-Séb ¿por qué no nos explicas lo que te ocurre?. Carlos y yo estamos muy preocupados.
-Está bien, os lo cuento. Resulta que Anna me ha estado engañando desde siempre. Es lesbiana, y me ha utilizado para tapar su orientación sexual ante sus familiares y los conocidos de sus padres. Son gente muy conservadora, no tolerarían esa opción sexual. El día que llegué a casa me la encontré en la cama con Vanessa.
Carlos y David estaban mirándole totalmente alucinados. Carlos le pasó una mano por los hombros y le dijo.
-Aunque te cueste, olvídala. No merece que sufras por ella.
-Por supuesto que no lo merece –Dijo David- Olvídala y sigue adelante.
Pasaron toda la mañana ultimando los preparativos de la grabación del disco. Finalmente, a las dos del mediodía, dieron el trabajo del día por terminado y se fueron cada uno por su lado. Sébastien no tenía ganas de salir, así que volvió a su casa. Cuando llegó a la puerta miró en el buzón y encontró una carta de Anna. Sintió la tentación de romperla en pedazos sin siquiera leerla, pero se contuvo. Entró en la casa y se sentó al lado de una ventana. Abrió el sobre, sacó la carta que había en el interior y comenzó a leer.
Querido Sébastien:
No sé por dónde empezar, siento tanto dolor... Desearía que esto no hubiese pasado.
Sé que seguramente ahora me odies, no puedo culparte por ello. Sólo quiero que sepas una cosa. Que te amo de verdad, en eso nunca te he engañado. Tal vez al principio te utilicé de tapadera, pero poco a poco me enamoré de ti.
No te voy a pedir que te perdones, supongo que eso es imposible, sé que te he hecho mucho daño.
Te quiero.
Anna
Sébastien leyó la breve carta con los ojos llenos de lágrimas, sentía como si un puñal se le hubiera clavado en el pecho. Arrugó la carta y la echó al fuego. Cogió su teléfono móvil y marcó el número de Anna. A los pocos segundos, Anna contestó:
-¿Diga? ¿Quién es?
-Anna –empezó Sébastien- Escúchame. Ni puedo ni quiero perdonarte. Lo nuestro se acabó. No vuelvas a escribirme, ni a llamarme. Olvídate de mí, me has perdido para siempre.
Dicho esto, colgó el teléfono, sin esperar la respuesta de Anna y borró el número de la agenda.
Capítulo 3. La grabación.
Se despertó a las seis de la mañana, sobresaltado por una pesadilla, miró su reloj y volvió a quedarse echado en la cama, con la mirada fija en el techo. Le había costado mucho dormirse, no podía dejar de pensar en Anna y en su traición, la imagen de Anna en la cama con Vanessa seguía golpeándole una y otra vez.
Decidió levantarse de la cama y salir a correr. Cuando salió a la calle se encontró con que Carlos y David también habían vuelto ya de sus vacaciones y estaban hablando con Urs en la puerta de la casa de este último.
-¡Hola!. –Saludó Carlos alegremente- ¿Qué tal las vacaciones?.
-Un poco complicadas –Respondió Sébastien- Ya os contaré más tarde.
-¿Ha pasado algo grave? –Preguntó David- Te noto muy serio.
-Más tarde hablamos –Dijo Sébastien por toda respuesta- ¡Hasta luego!.
Y se alejó corriendo, Carlos preguntó a Urs:
-¿Tú sabes algo?.
-Sí, lo sé todo, me lo explicó ayer –Respondió Urs- Pero mejor que os lo cuente él, me imagino que le molestará que os lo cuente yo. Sólo os diré que no os preocupéis, lo superará, sólo necesita tiempo.
Con esa respuesta, Carlos y David, lejos de sentirse aliviados, se preocuparon aún más.
Unas horas después, los cuatro se reunieron en el estudio de grabación, para empezar los preparativos del nuevo álbum. Cuando estuvieron sentados en el estudio, lejos de las miradas del resto del equipo, David preguntó a Sébastien:
-Séb ¿por qué no nos explicas lo que te ocurre?. Carlos y yo estamos muy preocupados.
-Está bien, os lo cuento. Resulta que Anna me ha estado engañando desde siempre. Es lesbiana, y me ha utilizado para tapar su orientación sexual ante sus familiares y los conocidos de sus padres. Son gente muy conservadora, no tolerarían esa opción sexual. El día que llegué a casa me la encontré en la cama con Vanessa.
Carlos y David estaban mirándole totalmente alucinados. Carlos le pasó una mano por los hombros y le dijo.
-Aunque te cueste, olvídala. No merece que sufras por ella.
-Por supuesto que no lo merece –Dijo David- Olvídala y sigue adelante.
Pasaron toda la mañana ultimando los preparativos de la grabación del disco. Finalmente, a las dos del mediodía, dieron el trabajo del día por terminado y se fueron cada uno por su lado. Sébastien no tenía ganas de salir, así que volvió a su casa. Cuando llegó a la puerta miró en el buzón y encontró una carta de Anna. Sintió la tentación de romperla en pedazos sin siquiera leerla, pero se contuvo. Entró en la casa y se sentó al lado de una ventana. Abrió el sobre, sacó la carta que había en el interior y comenzó a leer.
Querido Sébastien:
No sé por dónde empezar, siento tanto dolor... Desearía que esto no hubiese pasado.
Sé que seguramente ahora me odies, no puedo culparte por ello. Sólo quiero que sepas una cosa. Que te amo de verdad, en eso nunca te he engañado. Tal vez al principio te utilicé de tapadera, pero poco a poco me enamoré de ti.
No te voy a pedir que te perdones, supongo que eso es imposible, sé que te he hecho mucho daño.
Te quiero.
Anna
Sébastien leyó la breve carta con los ojos llenos de lágrimas, sentía como si un puñal se le hubiera clavado en el pecho. Arrugó la carta y la echó al fuego. Cogió su teléfono móvil y marcó el número de Anna. A los pocos segundos, Anna contestó:
-¿Diga? ¿Quién es?
-Anna –empezó Sébastien- Escúchame. Ni puedo ni quiero perdonarte. Lo nuestro se acabó. No vuelvas a escribirme, ni a llamarme. Olvídate de mí, me has perdido para siempre.
Dicho esto, colgó el teléfono, sin esperar la respuesta de Anna y borró el número de la agenda.
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Re: CONFESIONES
Está genial!!!
Gillteamo- IlDivoAdicta
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Localización : Quien se ha cansado de Londres, es que se ha cansado de vivir!!! :D :D :D Always Chanel and London!!
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Re: CONFESIONES
Gracias.
Te aseguro que ni yo misma sé cuál va a ser el final.
Te aseguro que ni yo misma sé cuál va a ser el final.
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Re: CONFESIONES
Capítulo 4. Remordimientos
Anna se despertó cansada aquella mañana, no había pasado una buena noche. Las palabras que Sébastien le dijo a través del teléfono aún golpeaban su cabeza una y otra vez, sin interrupción. Había cogido el teléfono varias veces y había empezado a marcar el número de Sébastien, pero había vuelto a colgar. Su corazón le decía que debía intentar volver a hablar con él, mientras que su cabeza le decía que debía dejar las cosas como estaban, que aún era pronto para intentar un acercamiento.
Un par de horas después sonó el teléfono. Era Vanessa:
-Anna, ¿Cómo estás?
-No lo sé, tengo la cabeza hecha un lío. Te quiero, pero no puedo perdonarme el daño que le he hecho a Sébastien, creo que no se lo merece.
-No tardará mucho en olvidarte. –Dijo Vanessa- ¿O acaso crees que mientras ha estado de gira te ha sido fiel?. Los cantantes se acuestan con todas las mujeres que se encuentran.
-¿Cómo puedes ser tan insensible, Vanessa?-. Estalló Anna- No te reconozco.
-Acuérdate de lo que te estoy diciendo- Continuó Vanessa- Algún lío tendrá escondido.
Anna se enfureció y colgó el teléfono sin despedirse de Vanessa. No podía creerse lo que acababa de escuchar. Vanessa nunca se había mostrado así. Sin duda, estaba celosa de Sébastien.
-En fin, ya se le pasará- Se dijo Anna.
Tras colgarle a Vanessa se levantó de la cama, se vistió y se fue a pasear. Estaba cada vez más hecha un lío, les quería a los dos, sabía que debía elegir a uno, que una relación con los dos a la vez era imposible, pero no podía, ni quería, renunciar a ninguno.
Sébastien había salido de compras esa mañana, más por respirar un poco de aire fresco que por necesidad de comprar, quería desterrar de su mente cualquier pensamiento relacionado con Anna, pero no podía. Cualquier cosa que veía le recordaba a ella. A pesar de haberle dicho que no quería saber nada de ella, no podía olvidarla.
Estaba absorto en sus pensamientos cuando, de pronto, se topó cara a cara con Vanessa. Quiso esquivarla, pero Vanessa le persiguió hasta hacerle detenerse, se le puso delante y le dijo:
-Escúchame bien, quiero que dejes en paz a Anna, es mía y no voy a permitir que te inmiscuyas en nuestras vidas.
-¡Te la regalo! –Dijo Sébastien por toda respuesta- Y siguió su camino, creyendo que Vanessa le dejaría en paz, pero no fue así, sino que siguió andando detrás de él sin parar de hablarle.
-¿Qué te crees, que no sé de qué rollo vais los cantantes?. Seguro que te has acostado con un montón de mujeres durante la gira, claro, como Anna es tan ingenua como para confiar en ti... No eres más que un cazafortunas, que quiere estar con ella por su dinero.
Sébastien se volvió con ganas de abofetear a Vanessa, pero se contuvo. Sólo le dijo:
-¿De verdad crees que soy yo el que está con ella por conveniencia?. –Replicó Sébastien- si es eso lo que crees, entonces es que Anna no confía en ti lo suficiente para contártelo todo.
-¿Qué me tiene que contar?- Gritó Vanessa, enfurecida.
-¡Pregúntale a ella y déjame en paz!- Gritó Sébastien, mientras se alejaba corriendo.
Anna se despertó cansada aquella mañana, no había pasado una buena noche. Las palabras que Sébastien le dijo a través del teléfono aún golpeaban su cabeza una y otra vez, sin interrupción. Había cogido el teléfono varias veces y había empezado a marcar el número de Sébastien, pero había vuelto a colgar. Su corazón le decía que debía intentar volver a hablar con él, mientras que su cabeza le decía que debía dejar las cosas como estaban, que aún era pronto para intentar un acercamiento.
Un par de horas después sonó el teléfono. Era Vanessa:
-Anna, ¿Cómo estás?
-No lo sé, tengo la cabeza hecha un lío. Te quiero, pero no puedo perdonarme el daño que le he hecho a Sébastien, creo que no se lo merece.
-No tardará mucho en olvidarte. –Dijo Vanessa- ¿O acaso crees que mientras ha estado de gira te ha sido fiel?. Los cantantes se acuestan con todas las mujeres que se encuentran.
-¿Cómo puedes ser tan insensible, Vanessa?-. Estalló Anna- No te reconozco.
-Acuérdate de lo que te estoy diciendo- Continuó Vanessa- Algún lío tendrá escondido.
Anna se enfureció y colgó el teléfono sin despedirse de Vanessa. No podía creerse lo que acababa de escuchar. Vanessa nunca se había mostrado así. Sin duda, estaba celosa de Sébastien.
-En fin, ya se le pasará- Se dijo Anna.
Tras colgarle a Vanessa se levantó de la cama, se vistió y se fue a pasear. Estaba cada vez más hecha un lío, les quería a los dos, sabía que debía elegir a uno, que una relación con los dos a la vez era imposible, pero no podía, ni quería, renunciar a ninguno.
Sébastien había salido de compras esa mañana, más por respirar un poco de aire fresco que por necesidad de comprar, quería desterrar de su mente cualquier pensamiento relacionado con Anna, pero no podía. Cualquier cosa que veía le recordaba a ella. A pesar de haberle dicho que no quería saber nada de ella, no podía olvidarla.
Estaba absorto en sus pensamientos cuando, de pronto, se topó cara a cara con Vanessa. Quiso esquivarla, pero Vanessa le persiguió hasta hacerle detenerse, se le puso delante y le dijo:
-Escúchame bien, quiero que dejes en paz a Anna, es mía y no voy a permitir que te inmiscuyas en nuestras vidas.
-¡Te la regalo! –Dijo Sébastien por toda respuesta- Y siguió su camino, creyendo que Vanessa le dejaría en paz, pero no fue así, sino que siguió andando detrás de él sin parar de hablarle.
-¿Qué te crees, que no sé de qué rollo vais los cantantes?. Seguro que te has acostado con un montón de mujeres durante la gira, claro, como Anna es tan ingenua como para confiar en ti... No eres más que un cazafortunas, que quiere estar con ella por su dinero.
Sébastien se volvió con ganas de abofetear a Vanessa, pero se contuvo. Sólo le dijo:
-¿De verdad crees que soy yo el que está con ella por conveniencia?. –Replicó Sébastien- si es eso lo que crees, entonces es que Anna no confía en ti lo suficiente para contártelo todo.
-¿Qué me tiene que contar?- Gritó Vanessa, enfurecida.
-¡Pregúntale a ella y déjame en paz!- Gritó Sébastien, mientras se alejaba corriendo.
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Re: CONFESIONES
Capítulo 5. Celos
Anna estaba en casa cuando Vanessa regresó tras su enfrentamiento con Sébastien. Vanessa llegaba muy agitada, por lo que Anna le preguntó:
-¿Qué te ha ocurrido? ¿Por qué estás tan alterada?
-¡Tu querido novio, o lo que quiera que sea!- Gritó Vanessa, enfurecida.
-¿Qué le ha pasado a Sébastien?- Preguntó Anna alarmada, creyendo que a Sébastien le había ocurrido algo.
-¿Qué qué le ha pasado a Sébastien?- Gritó Vanessa enfurecida- ¡al cuerno con lo que le haya pasado a Sébastien!.
Anna, tratando de permanecer serena, se acercó a Vanessa, la abrazó e intentó besarla, pero Vanessa la apartó bruscamente. Anna se la quedó mirando estupefacta:
-Vanessa, no sé qué te pasa, pero ya no te reconozco –Dijo Anna- Desde que Sébastien volvió estás insoportable. ¿Por qué te pones así?.
-Porque no quiero compartirte con nadie –Respondió Vanessa- Eres mía y de nadie más.
-No, Vanessa, no soy tuya, ni de Sébastien –Dijo Anna- no soy propiedad de nadie.
-Pues si no aceptas que eres mía, ya no tenemos nada más que decirnos- Dijo Vanessa- Se acabó.
-Si así lo quieres, me parece muy bien –Replicó Anna- Pero ten presente una cosa, si sigues con esa actitud tan posesiva y queriendo hacer lo que te da la gana con todo el mundo, acabarás sola.
-Tú ya lo estás -Saltó Vanessa- Sébastien no quiere saber nada de ti.
-Tienes razón –Dijo Anna- Sébastien no quiere saber nada de mí, pero a diferencia de ti, yo todavía puedo acudir a mis padres. Al contrario de lo que tú hiciste, yo no aparté a mi familia de mi lado cuando quisieron ayudarme. Así que, si estás en esta situación, es porque tú sola te lo has buscado.
Tras decir esto, Anna recogió algunas cosas que tenía en el apartamento de Vanessa y se fue sin decir nada, ni siquiera se despidió. Ya no reconocía a la persona que había dejado en el apartamento, aquella ya no era Vanessa, al menos, no la Vanessa de la que Anna se enamoró siete años atrás.
Salió a la calle, sin saber a dónde ir. No podía ir a casa de Sébastien, porque él no quería verla, tampoco quería ver a sus padres, porque les echaba la culpa de todo lo que le estaba ocurriendo. Por culpa del empeño de sus padres en tapar su verdadera condición sexual, había hecho daño a las dos personas a las que más quería.
Continuó andando unos metros hasta que en un portal vio un anuncio que decía “APARTAMENTO EN ALQUILER”, subió las escaleras y llamó a la puerta que indicaba el anuncio. Salió a abrir un hombre de unos cincuenta años. Anna dijo:
-Buenos días, señor. He visto el anuncio de alquiler de un apartamento y estoy muy interesada. ¿Podría verlo?.
El hombre cogió una llave y salió de su apartamento, diciendo:
-Es en la planta de arriba. Está completamente amueblado, si le gusta puede instalarse inmediatamente.
El hombre abrió la marcha hacia la planta superior y abrió la puerta del apartamento, invitando a Anna a entrar en el interior.
Lo que vio le gustó inmediatamente. El apartamento no era grande, pero para ella sola ya era suficiente. El comedor era muy luminoso, gracias al ventanal de la terraza. Anna exclamó:
-¡Me encanta, me lo quedo!.
-Muy bien entonces. Tendrá que pagar mil euros de fianza y los primeros tres meses de alquiler por adelantado. Mañana firmaremos el contrato. –Dijo el hombre- La dejo que se instale, muy buenas noches, señorita...
-Anna, Anna Dupont.-Respondió Anna.
-Buenas noches, señorita Dupont –dijo el casero- Yo me llamo Philippe Laforet. Si necesita algo, no dude en llamarme.
Tras despedirse de Anna, el señor Laforet se fue, dejándola sola en su nuevo apartamento. Era ya tarde y estaba cansada, así que se metió en la cama, “Ya desharé las maletas mañana”, pensó.
Anna estaba en casa cuando Vanessa regresó tras su enfrentamiento con Sébastien. Vanessa llegaba muy agitada, por lo que Anna le preguntó:
-¿Qué te ha ocurrido? ¿Por qué estás tan alterada?
-¡Tu querido novio, o lo que quiera que sea!- Gritó Vanessa, enfurecida.
-¿Qué le ha pasado a Sébastien?- Preguntó Anna alarmada, creyendo que a Sébastien le había ocurrido algo.
-¿Qué qué le ha pasado a Sébastien?- Gritó Vanessa enfurecida- ¡al cuerno con lo que le haya pasado a Sébastien!.
Anna, tratando de permanecer serena, se acercó a Vanessa, la abrazó e intentó besarla, pero Vanessa la apartó bruscamente. Anna se la quedó mirando estupefacta:
-Vanessa, no sé qué te pasa, pero ya no te reconozco –Dijo Anna- Desde que Sébastien volvió estás insoportable. ¿Por qué te pones así?.
-Porque no quiero compartirte con nadie –Respondió Vanessa- Eres mía y de nadie más.
-No, Vanessa, no soy tuya, ni de Sébastien –Dijo Anna- no soy propiedad de nadie.
-Pues si no aceptas que eres mía, ya no tenemos nada más que decirnos- Dijo Vanessa- Se acabó.
-Si así lo quieres, me parece muy bien –Replicó Anna- Pero ten presente una cosa, si sigues con esa actitud tan posesiva y queriendo hacer lo que te da la gana con todo el mundo, acabarás sola.
-Tú ya lo estás -Saltó Vanessa- Sébastien no quiere saber nada de ti.
-Tienes razón –Dijo Anna- Sébastien no quiere saber nada de mí, pero a diferencia de ti, yo todavía puedo acudir a mis padres. Al contrario de lo que tú hiciste, yo no aparté a mi familia de mi lado cuando quisieron ayudarme. Así que, si estás en esta situación, es porque tú sola te lo has buscado.
Tras decir esto, Anna recogió algunas cosas que tenía en el apartamento de Vanessa y se fue sin decir nada, ni siquiera se despidió. Ya no reconocía a la persona que había dejado en el apartamento, aquella ya no era Vanessa, al menos, no la Vanessa de la que Anna se enamoró siete años atrás.
Salió a la calle, sin saber a dónde ir. No podía ir a casa de Sébastien, porque él no quería verla, tampoco quería ver a sus padres, porque les echaba la culpa de todo lo que le estaba ocurriendo. Por culpa del empeño de sus padres en tapar su verdadera condición sexual, había hecho daño a las dos personas a las que más quería.
Continuó andando unos metros hasta que en un portal vio un anuncio que decía “APARTAMENTO EN ALQUILER”, subió las escaleras y llamó a la puerta que indicaba el anuncio. Salió a abrir un hombre de unos cincuenta años. Anna dijo:
-Buenos días, señor. He visto el anuncio de alquiler de un apartamento y estoy muy interesada. ¿Podría verlo?.
El hombre cogió una llave y salió de su apartamento, diciendo:
-Es en la planta de arriba. Está completamente amueblado, si le gusta puede instalarse inmediatamente.
El hombre abrió la marcha hacia la planta superior y abrió la puerta del apartamento, invitando a Anna a entrar en el interior.
Lo que vio le gustó inmediatamente. El apartamento no era grande, pero para ella sola ya era suficiente. El comedor era muy luminoso, gracias al ventanal de la terraza. Anna exclamó:
-¡Me encanta, me lo quedo!.
-Muy bien entonces. Tendrá que pagar mil euros de fianza y los primeros tres meses de alquiler por adelantado. Mañana firmaremos el contrato. –Dijo el hombre- La dejo que se instale, muy buenas noches, señorita...
-Anna, Anna Dupont.-Respondió Anna.
-Buenas noches, señorita Dupont –dijo el casero- Yo me llamo Philippe Laforet. Si necesita algo, no dude en llamarme.
Tras despedirse de Anna, el señor Laforet se fue, dejándola sola en su nuevo apartamento. Era ya tarde y estaba cansada, así que se metió en la cama, “Ya desharé las maletas mañana”, pensó.
Susana Segovia- Admin
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Re: CONFESIONES
Capítulo 6. Adiós Vanessa
Habían pasado ya dos semanas desde que Sébastien había vuelto a la actividad con Il Divo. Estaban todos muy ocupados dando los últimos toques al nuevo álbum y ensayando la puesta en escena de la gira que empezarían dos meses más tarde. Realmente estaba disfrutando de haber vuelto al trabajo. Eso era lo que de verdad amaba, la música y el contacto con los fans. No soportaba estar en casa sin hacer nada. Además le servía para quitarse a Anna de la cabeza.
En cuanto a Anna, vivía tranquilamente en su nuevo apartamento, que finalmente había decidido quedarse en propiedad y seguía con su trabajo en una agencia de viajes. No había vuelto a saber nada de Vanessa en los últimos días; aunque algo dentro de ella le decía que no iba a tardar mucho en tener noticias.
Ese mismo día, cuando Anna estaba tranquilamente en su casa, sonó el teléfono. Anna lo cogió y preguntó:
-¿Quién es?
Al otro lado del teléfono, una voz llorosa y entrecortada de mujer dijo:
-¿Anna?...Soy... soy Juliette, la madre de Vanessa. Estoy en el Hospital... Nacional de París, Vanessa está aquí... ha preguntado por ti, ven a verla por favor.
-¿Qué... qué ha ocurrido?- Preguntó Anna, con voz incrédula.
-Ha intentado suicidarse con una sobredosis de somníferos –Explicó Juliette- Ven, por favor te lo ruego, está muy grave, los médicos no creen que salga con vida de esto.
Anna colgó el teléfono sin poder creerse lo que acababa de oír, le parecía que aquello no le estaba sucediendo a ella. Cogió una chaqueta y salió corriendo a la calle, pidió un taxi e indicó al conductor la dirección del hospital.
Estaba deseando llegar cuanto antes al hospital, pero había mucho tráfico. Por enésima vez en su vida maldijo el tráfico de París. Tardó casi tres cuartos de hora en llegar. Corrió al ascensor y pulsó el botón de la tercera planta.
Cuando salió del ascensor preguntó a una enfermera en qué habitación estaba Vanessa. La contestación hizo que el mundo entero se hundiera sobre sus hombros.
-Lo siento, señorita Dupont, la señorita Vanessa Cartier ha muerto hace unos minutos.
Se quedó allí, quieta, sin saber qué hacer, hasta que, como un autómata, empezó a caminar a la sala de espera, en donde encontró a la madre de Vanessa, totalmente destrozada. Ambas se abrazaron, mientras Anna preguntaba lo que había ocurrido.
-Ha sufrido un derrame cerebral –Respondió Pierre Cartier, el padre de Vanessa- Los médicos no han podido hacer nada para detenerlo.
-Si hay algo que pueda hacer, no tienen más que decírmelo –Dijo Anna.
No recibió respuesta, los padres de Vanessa estaban demasiado hundidos como para decir nada más.
Estuvo toda la noche acompañándoles para ayudarles a preparar el funeral, que tendría lugar al día siguiente.
Habían pasado ya dos semanas desde que Sébastien había vuelto a la actividad con Il Divo. Estaban todos muy ocupados dando los últimos toques al nuevo álbum y ensayando la puesta en escena de la gira que empezarían dos meses más tarde. Realmente estaba disfrutando de haber vuelto al trabajo. Eso era lo que de verdad amaba, la música y el contacto con los fans. No soportaba estar en casa sin hacer nada. Además le servía para quitarse a Anna de la cabeza.
En cuanto a Anna, vivía tranquilamente en su nuevo apartamento, que finalmente había decidido quedarse en propiedad y seguía con su trabajo en una agencia de viajes. No había vuelto a saber nada de Vanessa en los últimos días; aunque algo dentro de ella le decía que no iba a tardar mucho en tener noticias.
Ese mismo día, cuando Anna estaba tranquilamente en su casa, sonó el teléfono. Anna lo cogió y preguntó:
-¿Quién es?
Al otro lado del teléfono, una voz llorosa y entrecortada de mujer dijo:
-¿Anna?...Soy... soy Juliette, la madre de Vanessa. Estoy en el Hospital... Nacional de París, Vanessa está aquí... ha preguntado por ti, ven a verla por favor.
-¿Qué... qué ha ocurrido?- Preguntó Anna, con voz incrédula.
-Ha intentado suicidarse con una sobredosis de somníferos –Explicó Juliette- Ven, por favor te lo ruego, está muy grave, los médicos no creen que salga con vida de esto.
Anna colgó el teléfono sin poder creerse lo que acababa de oír, le parecía que aquello no le estaba sucediendo a ella. Cogió una chaqueta y salió corriendo a la calle, pidió un taxi e indicó al conductor la dirección del hospital.
Estaba deseando llegar cuanto antes al hospital, pero había mucho tráfico. Por enésima vez en su vida maldijo el tráfico de París. Tardó casi tres cuartos de hora en llegar. Corrió al ascensor y pulsó el botón de la tercera planta.
Cuando salió del ascensor preguntó a una enfermera en qué habitación estaba Vanessa. La contestación hizo que el mundo entero se hundiera sobre sus hombros.
-Lo siento, señorita Dupont, la señorita Vanessa Cartier ha muerto hace unos minutos.
Se quedó allí, quieta, sin saber qué hacer, hasta que, como un autómata, empezó a caminar a la sala de espera, en donde encontró a la madre de Vanessa, totalmente destrozada. Ambas se abrazaron, mientras Anna preguntaba lo que había ocurrido.
-Ha sufrido un derrame cerebral –Respondió Pierre Cartier, el padre de Vanessa- Los médicos no han podido hacer nada para detenerlo.
-Si hay algo que pueda hacer, no tienen más que decírmelo –Dijo Anna.
No recibió respuesta, los padres de Vanessa estaban demasiado hundidos como para decir nada más.
Estuvo toda la noche acompañándoles para ayudarles a preparar el funeral, que tendría lugar al día siguiente.
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Re: CONFESIONES
Os traigo la última entrega de la historia. Iba a ponerla mañana, pero he decidido adelantarla, ya que el jueves no publiqué ningún capítulo.
Capítulo 7. Confesiones
Dos meses después de la muerte de Vanessa, Anna se hallaba sola en su apartamento, mirando los álbumes en los que tenía guardadas todas las fotos que se había hecho con Sébastien. Le seguía queriendo, sentía deseos de acercarse a él, pero no se atrevía a hacerlo. Habían pasado muchas cosas en muy poco tiempo.
Decidió salir a la calle, para despejar su cabeza, empezó a andar sin un rumbo determinado, siguió caminando durante unos veinte minutos hasta que, de pronto, se dio cuenta de que por inercia había tomado el camino del apartamento de Sébastien.
Ardía en deseos de volver a verlo, pero no sería fácil. Ella tenía que trabajar y Sébastien había vuelto a Londres, para preparar el nuevo álbum.
Sin pensárselo dos veces, se fue al aeropuerto, compró un billete para Londres y se sentó a esperar la llamada de embarque.
Sébastien estaba en el camerino, acababa de terminar el primer concierto de la gira, que se había celebrado en París, había sido un éxito rotundo. Se sentó en una silla y se quedó mirándose al espejo. Sin darse cuenta, empezó a pensar en Anna. Llevaba ya varios meses sin verla, y, aunque le costara reconocerlo, la echaba de menos, aún no la había olvidado, y tampoco había olvidado todo lo que pasaron juntos en los cinco años que duró su relación. Sin embargo, aunque la echaba de menos, no quería retomar la relación con ella. Todavía estaba dolido por todo lo que había pasado entre ellos.
El sonido de alguien que llamaba a la puerta le sacó de sus pensamientos, era su mánager, Peter Rudge, que le dijo:
-Sébastien, tienes una visita. ¿Le digo que pase?
-Sí, que entre Respondió Sébastien, pensando que sería su madre, pero se equivocó, era Anna la que entró en el camerino, se quedó delante de Sébastien, con la vista clavada en el suelo, sin atreverse a mirarlo a la cara.
-Hola Dijo Sébastien, sin mostrar demasiado interés en Anna.
-Séb... empezó Anna- Yo...
-No, Anna, no empieces Dijo Séb- Ya no tenemos nada que decirnos, lo nuestro se acabó.
-Sí, lo sé Replicó Anna- No iba a pedirte que volviéramos, sé que eso sería demasiado pedir, han pasado muchas cosas entre nosotros. Me encantaría volver atrás y reparar todo el daño que te hice.
-Lo superaré -Dijo Sébastien- Sólo necesito tiempo... tiempo y estar solo, ahora mismo no quiero salir con nadie.
-¿Podemos ser amigos?- Preguntó Anna.
-Sí, eso sí, me encanta que seas mi amiga Respondió Sébastien.
-¿Amigos entonces?- Preguntó Vanessa.
-Amigos Contestó Sébastien.
-¿Puedo invitarte a un café, amigo?- Preguntó Vanessa, riendo.
-Gracias, amiga- Respondió Sébastien, riendo a carcajadas.
Capítulo 7. Confesiones
Dos meses después de la muerte de Vanessa, Anna se hallaba sola en su apartamento, mirando los álbumes en los que tenía guardadas todas las fotos que se había hecho con Sébastien. Le seguía queriendo, sentía deseos de acercarse a él, pero no se atrevía a hacerlo. Habían pasado muchas cosas en muy poco tiempo.
Decidió salir a la calle, para despejar su cabeza, empezó a andar sin un rumbo determinado, siguió caminando durante unos veinte minutos hasta que, de pronto, se dio cuenta de que por inercia había tomado el camino del apartamento de Sébastien.
Ardía en deseos de volver a verlo, pero no sería fácil. Ella tenía que trabajar y Sébastien había vuelto a Londres, para preparar el nuevo álbum.
Sin pensárselo dos veces, se fue al aeropuerto, compró un billete para Londres y se sentó a esperar la llamada de embarque.
Sébastien estaba en el camerino, acababa de terminar el primer concierto de la gira, que se había celebrado en París, había sido un éxito rotundo. Se sentó en una silla y se quedó mirándose al espejo. Sin darse cuenta, empezó a pensar en Anna. Llevaba ya varios meses sin verla, y, aunque le costara reconocerlo, la echaba de menos, aún no la había olvidado, y tampoco había olvidado todo lo que pasaron juntos en los cinco años que duró su relación. Sin embargo, aunque la echaba de menos, no quería retomar la relación con ella. Todavía estaba dolido por todo lo que había pasado entre ellos.
El sonido de alguien que llamaba a la puerta le sacó de sus pensamientos, era su mánager, Peter Rudge, que le dijo:
-Sébastien, tienes una visita. ¿Le digo que pase?
-Sí, que entre Respondió Sébastien, pensando que sería su madre, pero se equivocó, era Anna la que entró en el camerino, se quedó delante de Sébastien, con la vista clavada en el suelo, sin atreverse a mirarlo a la cara.
-Hola Dijo Sébastien, sin mostrar demasiado interés en Anna.
-Séb... empezó Anna- Yo...
-No, Anna, no empieces Dijo Séb- Ya no tenemos nada que decirnos, lo nuestro se acabó.
-Sí, lo sé Replicó Anna- No iba a pedirte que volviéramos, sé que eso sería demasiado pedir, han pasado muchas cosas entre nosotros. Me encantaría volver atrás y reparar todo el daño que te hice.
-Lo superaré -Dijo Sébastien- Sólo necesito tiempo... tiempo y estar solo, ahora mismo no quiero salir con nadie.
-¿Podemos ser amigos?- Preguntó Anna.
-Sí, eso sí, me encanta que seas mi amiga Respondió Sébastien.
-¿Amigos entonces?- Preguntó Vanessa.
-Amigos Contestó Sébastien.
-¿Puedo invitarte a un café, amigo?- Preguntó Vanessa, riendo.
-Gracias, amiga- Respondió Sébastien, riendo a carcajadas.
FIN
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